domingo, 17 de febrero de 2013

Otro mordisco



Otros astros azules, 
trasnochados,
preciosos.


Otra melodía en las nubes, 
otra luna creciente 
escondida en el cielo negro 
de la noche.
Otro compás, otras luces, 
otra nueva fuente 
de energía en el tiempo 
de alegres colores.
Otro beso de muerte, 
otra mujer, otros gemelos 
y muslos comestibles;
otros labios, 
otros carmines
redondos y anchos
como claros violines
de una orquesta mortífera
con el tempo acelerado
de mi órgano sangriento.


Otro mordisco,
relámpago renacido
y rojo,
rojo anaranjado,
color llama,
que me enseña los dientes
que no son más que columnas 
de un palacio 
de seda y marfil
hacia su paraíso 
de olas
y tormentas
y sexo.
Sin embargo, 
estoy sentado
a la sombra de una encina
mientras observo esas risas
esos cuerpos hermosos
protegiéndome de ti,
Sol venenoso.
Estoy en la salida 
del laberinto de arbustos 
verdes y azules 
de tus ojos, 
aunque todavía 
fuego fatuo, 
risa, 
brillas en mi sombra negra, 
en el cielo nocturno 
como dos estrellas gemelas 
de dentro de tus dos pupilas.



Sigo perdido. 
Pero te prometo 
que seguiré recorriendo 
el lento camino 
hacia el silencio, 
hacia el olvido.





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